Latido Americano (Viernes de 19 a 22)

Viernes 18 de Marzo








EDITORIAL


Las consecuencias del terremoto y el maremoto en Japón sobre cuatro plantas nucleares de un total de 56 que están emplazadas en la isla, representan una oportunidad propicia para un debate de fondo, siempre postergado. Muy distinto al que hoy se difunden en los medios de comunicación. Me refiero a un tema que por parecer abstracto, general y en apariencia inabarcable no debe ni puede ser imposible de pensar. La civilización occidental asumió características autodestructivas luego de casi 200 años de capitalismo, y Japón se encuentra en ese lote hace ya más de 50 años.

La cultura del consumo, en la que el valor de cambio es la ley suprema, y el ser pretende asimilarse al tener, implica una demanda de energía permanente, insaciable, frugal y obscena. Si hoy la energía eólica, considerada en el grado de desarrollo actual de las fuerzas productivas la más limpia y barata, representa tan sólo el 2% (Datos el 2009) de la matriz energética mundial. ¿Esto a que se debe? ¿A que no está tan desarrollada la tecnología, o a que el porcentaje sería mucho mayor si la sociedad de consumo no fuese nuestra forma de vida?

Ambas preguntas tienen una respuesta afirmativa, si disminuye la demanda de energía los porcentajes aumentan, y si hoy es una tecnología cara que compite con otras más económicas como la nuclear, las inversiones en investigación no alcanzan el monto adecuado para reducir los tiempos.

Lo cierto es que si la civilización occidental capitalista necesita de la cultura del consumo como motor del crecimiento económico, el futuro de la humanidad resulta realmente incierto. Trataremos de ser más precisos. Pensemos concretamente en Argentina. El mercado de consumo aquí está impulsado por aproximadamente 4 millones de personas de 40 (la desigualdad, otra realidad del capitalismo, cuya existencia en esta clave de análisis hasta podría considerarse salvadora). Cuanta energía se ahorraría si los televisores que compran este grupo social duraran 20 o 30 años. Si no cambiaran el auto cada 1 o 2 años, o si cada uno de los productos de confort hogareños o distracción tuviesen una vida útil de más de una década.

Cuando la tasa de ganancia del capital es la que gobierna las decisiones políticas, y estructura nuestra cultura, las posibilidades ciertas de la autodestrucción de la humanidad se acentúan. ¿Por qué?

La carrera del consumo, de la creación de necesidades, la instalación y repetición del más nombrado de los verbos, “comprar”, son la base de los problemas de fondo que hoy amenazan el planeta. La productividad sin límites, el crecimiento permanente de la producción más allá de las necesidades humanas de alimentación, abrigo y vivienda, está en el origen de la crisis civilizatoria que hoy estamos viviendo.

Más allá de la desesperada carrera de enfriamiento del reactor 3 de Fukuchima, Japón es una muestra de la racionalidad capitalista. Allí se manifiesta una de las tantas puntas del aisberg.

Un país con una superficie de 377.800 kilómetros cuadrados de superficie, contiene una población de 127 millones de habitantes, lo que representa una densidad poblacional de 336 habitantes por km². Para que tengamos un parámetro de comparación, la densidad poblacional en Japón es 23 veces mayor que la de nuestro país, 10 veces mayor que la de Estados Unidos, y tiene 24 veces más habitantes por kilómetro cuadrado que Paraguay, país con similar superficie, pero con 120 millones de habitantes menos.

La comparación con Brasil no deja de ser menor. El gigante del sur tiene una superficie 223 veces mayor que Japón, pero tan sólo una población 1,5 veces mayor lo que representa un 22,5 habitantes por kilómetro cuadrado.

Según la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) Japón tiene 56 reactores nucleares, para suministrar un 30% de la energía que consume. Hace 50 años, como uno de los ejemplos más acabados del llamado síndrome de Estocolmo, tras las bombas atómicas de Hiroshima y Nagazaqui lanzadas por Estados Unidos, la isla más grande del Pacífico unió su destino al gran vencedor de la segunda Guerra Mundial. Desde entonces la occidentalización nipona no tuvo iguales, y se convirtió en la segunda economía del mundo por largos años.

Por supuesto que a la par de esta alianza nunca hubo ningún tipo de cuestionamiento sobre el montaje de más de cincuenta reactores nucleares en una de las zonas sísmicas más peligrosas del planeta. Todos conocemos la gran cantidad de presiones que está recibiendo Irán tan sólo por una central nuclear.

Pero claro, uno de los motores del capitalismo mundial necesitaba energía para sostener la gran maquinaria productiva. Tokio así, pasó a ser una clásica capital occidental, con luces hasta en los más impensados lugares, y para los más ínfimos fines. Puede pasar por alto pero, como ya señalamos, 56 reactores nucleares representan el 30% del consumo total, o sea que Japón consume once veces más energía que Argentina con una población 3 veces mayor, 2,5 veces más que Brasil con una población 1,5 veces menor y 3,5 veces menos que Estados Unidos con una población 2 veces menor que la primer economía del mundo.

Todas las fuentes de energía utilizadas para alimentar la economía capitalista son contaminantes. Aquellas que no lo son, como las eólicas o la solar, representan valores residuales en la matriz energética mundial. Como para que tengamos una idea más acabada, la energía atómica es una de las más limpias fuentes de energía, con el siempre riesgo de los accidentes como en Fukuyima, Chernobil, o en accidentes en el transporte del material radioactivos que sirve como combustible de los reactores.

Accidentes como el de Japón ¿pueden impulsar la investigación en energías alternativas?, ¿Hay posibilidades de que la matriz energética mundial dependa menos de la energía atómica?

Los antecedentes no son para nada alentadores. Volvemos al principio. Cuando la tasa de ganancia es la que gobierna, las fuentes de energía para la producción siempre son las que generan menos costos. Bajo la excusa siempre válida de evitar la proliferación nuclear, las principales potencias económicas capitalistas se reservan para sí el monopolio de las fuentes baratas de energía. Por ello Estados Unidos tiene 104 reactores nucleares, la Unión Europea 144, Japón 56, y América Latina tan sólo 5.

En definitiva, el debate sobre energía nuclear si o no, tal cual se está dando en estos días como coletazo del terremoto y maremoto en el noreste de Japón, parece responder más a la necesidad propia de los países que cuentan con esta energía que el fondo del problema. Que más pueden pretender los dueños del mundo que aquellos que empezaron a experimentar con la energía nuclear reciban cuestionamientos de su propia población para profundizarla.

Pero como lo argumentamos aquí, tampoco el debate debería centrarse en la matriz energética necesaria para alimentar la productividad capitalista.

El fondo de la discusión nos lleva una vez más a la vieja dicotomía que muchos consideran demodé, anacrónica, reiterativa, fácil y antigua: socialismo o barbarie.

Es el debate ausente. Aquel que está velado y desprestigiado por la posmodernidad dominada por el pensamiento breve, llano, y simple, dominado por los medios de comunicación y la formación académica hegemonizada cada vez más por las Universidades privadas.

Si nos centramos en América Latina, sólo en dos países de la región, Bolivia y Venezuela, este se ha profundizado. En el resto, sobre todo en Brasil y Argentina se realizan grandes esfuerzos por evitarlo.

En la posibilidad cierta de crear otra sociedad sobre nuevos fundamentos se decide el futuro de la especie humana. Cada uno y cada una deberemos saber dónde y cómo aportar su pequeño granito de arena en esta dirección.



ACTUALIDAD
Chile - Un año del gobierno de Sebastian Piñera:
analizamos el primer año del presidente de Chile junto a Gino Estraforini, miembro de la Comisión Política y Responsable de Relaciones Internacionales del Comité Central del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR).


Chile - Mapuches: se realizó el juicio a los comuneros mapuches que estan luchan por sus tierras. Mientras que 13 de ellos fueron absueltos, los 4 restantes quedaron detenidos. Si el gobierno retiro las acusaciones bajo la ley antiterrorista, el procedimiento y las pruebas que inculparon a los mapuches no siguió la misma suerte.

Brasil - Nos visita Juan Tevez, militante del Frente Popular Darío Santillán, La Matanza, Regional Oeste. Participa del sector territorial del Frente y es delegado por La Matanza en la regional y en la mesa del sector territorial metropolitano. Participó del curso de teoría política latinoamericana en la ENFF (Escola Nacional Florestan Fernandes) en el año 2010, representando al FPDS en la delegación argentina. Conversaremos con Juan sobre su experiencia de formación junto al Movimiento de Trabajadoras y Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) de Brasil.

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CULTURA
Te presentamos a Manuel García un cantautor y guitarrista chileno, asociado a los sonidos de la Nueva Canción Chilena. Fundador de la banda Mecánica Popular y voz del proyecto Víctor Jara sinfónico.

Además, como todos los viernes, toda la información y la mejor música de América Latina. En esta oportunidad repasaremos noticias de Haiti, Chile, Brasily Uruguay.




Conducción: Leonardo Smerlin, Martín Raffo, Daniela Devoto.
Producción General: María del Cielo Posadas.

Columna de Cultura y Musicalización: Cecilia Damico

Mujeres Latinoamericanas: Mujeres Conurbanas.
Comunidades: Fernando Gómez.
Historia: Luciano Torreta.




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